La mayoría de los musicólogos coinciden en que el Danzón proviene de la Contradanza Cubana y de la primera expresión
vocal autóctona de Cuba, la Habanera. Estos le adjudican a la ola migratoria del 1798 de hacendados franceses — que
huían de la revolución haitiana, con sus servientes africanos y criollos hacia Santiago de Cuba — la casi paternidad
de la Contradanza Cubana gracias a su música la Contradanza Francesa y el Minué.
En la antología, Panorama de la Música Popular Cubana, publiacada en el 1996, encotramos un artículo inédito, muy
interesante y revelador, de la historiadora cubana Zoila Lapique titulado "Aportes Franco-Haitianos a la Contradanza
Cubana: Mitos y Realidad". En éste la autora fundamenta la tesis de que la Contradanza tuvo, desde mediados del siglo
XVIII hasta más allá de la mitad del siglo XIX, dos momentos fundamentales. En primer lugar vino a través de España
y en Cuba se le insertó la célula rítmica de origen africano conocida como la conga, y después recivió el aporte
franco-haitiano, tras una sedimentación de más de medio siglo en tierra cubana.
La Contradanza Cubana dio pie a la Danza Cubana que con su tempo lento y melancólico proveyó espacio a la estrofa
cantada y de ahí a la Habanera, primera expresión vocal propiamente cubana. En ésta la influencia africana está en
el ritmo tango congo de origen bantú y la prescencia hispánica en la melodía y el verso. "El cafe de La Lonja sería
escenario en 1841 de un hecho trascendental para la música cubana...por primera vez se cantó una contradanza con
versos expresamente dichos al compás de la música. Era el inicio de lo que sería después un nuevo género cubano:
La Habanera" (Z. Lapique).
El desarrollo de la Contradanza Cubana y La Habanera llevó a la creación de otros géneros musicales propiamente
cubanos, que estuvieron muy vínculados a la transición de la Orquesta Típica a la Charanga Francesa y de ésta en
la Charanga. En orden cronológico podemos mencionar a: el Danzón, el Danzonete, el Danzón de Ritmo Nuevo
(Danzón Mambo), el Cha-Cha-Chá y la Pachanga; todos ellos asociados, principalmente, al formato instrumental de la
Charanga a la Francesa que hoy conocemos, simplemente, como Charanga.
En el 1879 el músico matancero Miguel Faílde estrenó su Danzón "Las Alturas de Simpson" en el Liceo de Matanzas
con la orquesta típica que dirigía. "La contradanza... habia sufrido un proceso de criollización paulatina, que
devino la danza cubana, dueña de una mayor libertad expresiva, asentada, en lo coreográfico, en la pareja enlazada
con evidente influjo afroide en su ritmo. Precisamente, al aumentar sus partes formativas, al extender su tiempo
bailable, se le empezó a dar el calificativo de danzón" (H. Orovio).
"En sus primeras etapas, el danzón era interpretado por un conjunto denominado Orquesta Típica que incluía en
su formato: cornetín, trombón de pistones, figle, dos clarinetes, dos violines, contrabajo, timbal y güiro... La
orquesta típica fue sustituida por una orquesta denominada Charanga Francesa, cuyo formato instrumental lo integran:
flauta, piano, instrumentos de arco (principalmente dos o tres violines y contrabajo, pudiendo incluir tambien
viola o violoncelo) y percusión (timbales o pailas y güiro)" (J. Loyola).
El trío musical francés de piano, violín y flauta que traían los inmigrantes de Haití con el tiempo incorporó
instrumentos percusivos cubanos y así surge la Charanga Francesa. A principios del siglo XX se incluyó la tumbadora
cubana, la paila criolla o timbal y el güiro y su nombre se reduce simplemente a Charanga. "En los años cincuenta
Enrique Jorrín introdujo dos trompetas en su charanga y José Antonio Fajardo incluia esporádicamente una
trompeta..." (J. Loyola).
Estos experimentos para redefinir la dotación instrumental de las Charangas no tuvieron éxito en Cuba, pero en
Nueva York se concretan a principios de la década del 60; gracias a orquestas como el conjunto Cachana de Joe
Quijano (agrega trompetas) y la Moderna de Ray Barretto (agrega trompeta y trombón). El Danzón dominó a su antojo
el escenario musical de Cuba desde fines del siglo XIX , luego en la primera y segunda década del siglo XX el
Danzón comenzó a perfilar su forma definitiva e incorporar elementos de otros géneros cubanos, principalmente del
Son.
"En el 1910, José Urfé, compositor, director y clanrinetista, revoluciona el Danzón cubano al insertar, en su
parte final, un montuno de son al estilo de los figurados de los treseros orintales " (H. Orovio). La composición de
Urfé, dedicada a su violinista Julián Barreto, El Bombín de Barreto estableció para el resto del siglo la tónica
del estilo que distiguiría Danzón.
Con el auge del Son durante la década del 20 el Danzón declinó en el fervor popular. En el 1929 Aniceto Díaz
fusionó elementos tomados del Son y del Danzón así como una parte cantada y creó un Danzón de nuevo estilo al que
llamó Danzonete. El primer Danzonete fue Rompiendo la Rutina, cuyo título era, por cierto, muy sugestivo e irónico
dentro del contexto de ese momento. Para contrarrestar al Danzonete los soneros sacaron el Sonsonete que era un Son,
con una parte cantada sola, sin respuesta del coro o Montuno. El Sonsonete tuvo poca vida y en la jerga popular, de
Cuba y el Caribe, quedó como sinónimo de algo monótono y molestoso.
La creación de Díaz impone, al inicio de los años 30, la necesidad de incorporar un cantante en las Charangas y se
destacan: Paulina Alvarez, Barbarito Diez, Pablo Quevedo (primer ídolo de masas en la música popular cubana) y Abelardo
Barroso. Debido a el limitado número de Danzonetes originales que se componen, los músicos que cultivan este género
adaptan temas del Tango y el Bolero para mantener latente el mismo. Este hecho, unido a:
- la muerte de los principales cantantes masculinos del género Quevedo (1936) y de Fernando Collazo (1939),
- el surgimiento de nuevos formatos orquestales como los Combos y los Conjuntos,
- la proliferación de otros géneros musicales como el Danzón-Mambo, las nuevas variantes del Son y la Rumba;
limitaron la vida del Danzonete a la década del 30.
En el año 1937 se funda la orquesta de Arcaño y sus Maravillas y en el 1938, gracias al talento creativo de los
hermanos Orestes e Israel López, le dan vida a una nueva variante del Danzón y la música cubana el Ritmo Nuevo o
Danzón Mambo. La orquesta de Arcaño agregó, en la parte final del Danzón, un Montuno con motivos sincopados en las
cuerdas, el piano y el bajo. Además incorporó la tumbadora (instrumento marginado durante la década del 30 en la
música cubana y reicorporado a principio de los 40) en la parte donde no intervienen las pailas. Con ésto, la
Charanga de Arcaño eriqueció el ritmo y el sonido de las Charangas y le da un nuevo giro al Danzón y la música
cubana de fines del 30 y principios del 40.
En la década del 40 el Danzón con sus variantes y las Charangas estuvieron en plena lucha musical con el Son y
los Conjuntos por la supremacía del mundo musical cubano, pero cedieron terreno frente a estos últimos debido su
trabajo inovador y de honda raiz popular. Los Conjuntos más populares fueron el Conjunto Casino, el Conjunto de
Arsenio y la Sonora Matancera. En 1952 las Charangas vuelven a tomar el liderato, en el fervor del público, con el
surgimiento del Cha-Cha-Chá. Este parte del Danzon-Mambo y de la tendencia de los músicos en su presentaciones a
enfatizar el aspecto bailable de este género cubano. Enrique Jorrín y la Orquesta América presentan en el tema
La Engañadora el esquema ternario del nuevo género:
- introducción instrumental;
- parte cantada a coro por todos los músicos,
- y final con estribillo o sin él.
La diferencia con el Danzón-Mambo radicava en que éste tenía una orientación instrumental y hacia los ritmos
sincopados; mientras que en el Cha-Cha-Chá el aspecto vocal-instrumental-bailable es fundamental, todos los músicos
de la Charanga cantan al unísono y el ritmo se distingue por su sencillez para que el bailador tenga más soltura
en sus pasos y no se cruce.
Nicolás Ramos Gandía
|