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Las tierras bajas del Petén, en el norte del país, fueron el hogar de la civilización maya clásica, cuyo apogeo se situó entre los siglos VII y IX d.c. Los Mayas fueron el origen de la difusión del arte, la arquitectura, la cerámica y la escritura guatemaltecos, y el sitio de Tikal abriga aún las ruinas de 3000 estructuras, entre ellos, templos piramidales, plazas y numerosos monumentos. Entre 1250 y 1520 fueron organizados los primeros estados (Quiché, Cakchiquel), cuyas guerras perpetuas debieron facilitar la colonización española. Fue el lugarteniente de Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, quien conquistó el país, en 1524. Santiago de Guatemala, la primera capital, fue fundada en 1527. Guatemala en 1542, junto con el resto del territorio de Centroamérica constituyó la Capitanía General del Reino de Guatemala y la primera sede del gobierno estuvo en la Ciudad de Gracias en Honduras, emplazamiento fundado por Cristóbal Colón al salvarse de una tormenta tropical que lo empujó al Golfo de Gracias a Dios donde encontró refugio. Posteriormente en 1549 se trasladó la Audiencia a la Ciudad de Santiago en su posterior asentamiento en el Valle de Panchoy en la cual permaneció hasta la destrucción de esta ciudad por una serie de terremotos y el traslado a la actual Ciudad de Guatemala de la Asunción a finales de 1775. Después de tres siglos de dominación española, Guatemala proclamó su independencia el 16 de septiembre de 1821. Casi al mismo tiempo, Agustín de Iturbide incorporó este territorio al Imperio mexicano. Guatemala no recobró su autonomía hasta 1823, cuando una revolución liberal en México obligóó a Iturbide a abdicar, proclamándose en el país una república federal. Ese mismo año, se estableció la federación de las Provincias Unidas del Centro de América, integrada por las actuales repúblicas de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica; Chiapas, sin embargo, permaneció bajo la autoridad mexicana. La federación se mantuvo con grandes dificultades, siendo frecuentes los enfrentamientos civiles, hasta que fue definitivamente disuelta en 1842. El gobierno de Guatemala estuvo en manos de militares prácticamente desde sus comienzos como República, quienes accedían al poder a través de frecuentes revoluciones. En 1854, Rafael Carrera, que catorce años antes se había hecho con el poder en Guatemala y en buena parte de Centroamérica gobernando de forma dictatorial, se convirtió en presidente vitalicio llevando a cabo una política conservadora. En 1873, ocho años después de su muerte, tras la cual fueron constantes los enfrentamientos civiles, Justo Rufino Barrios (1873-1885), anterior comandante en jefe del Ejército, fue nombrado presidente. Barrios inició un periodo de gobiernos liberales que duraría hasta 1920, aunque se continuó gobernando de forma dictatorial. En su intento por revivir la federación de las Provincias Unidas de Centroamérica por medios militares, invadió El Salvador y murió en la campaña. Su sucesor, el general Manuel Lisandro Barillas, restableció las relaciones con El Salvador y los demás países de Centroamérica. José María Reina Barrios, electo presidente en 1892, fue asesinado seis años después. Durante los siguientes 22 años, el político Manuel Estrada Cabrera (1898-1920) gobernó Guatemala. En 1906 el antiguo presidente Barillas organizó una rebelión en contra de su régimen, provocando una guerra que envolvió a toda Centroamérica, con la excepción de Nicaragua. Las hostilidades cesaron gracias a la intervención del presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, y del presidente de México, Porfirio Díaz, que organizó un armisticio. En 1920 se obligó al presidente Estrada Cabrera a renunciar. Carlos Herrera y Luna fue designado presidente provisional, pero fue derrocado en 1921 por el general José María Orellana, que ocupó la presidencia hasta su muerte en 1926. Le sucedió el antiguo oficial del Ejército, Lázaro Chacón. En 1930 los efectos de la depresión económica y las acusaciones de corrupción contra la dictadura del presidente Chacón provocaron su derrocamiento. El general Jorge Ubico Castañeda fue nombrado presidente en febrero de 1931; bajo su régimen, la economía guatemalteca logró recuperarse de la depresión económica de 1930, aunque la principal beneficiaria fue la compañía estadounidense United Fruit, así como las grandes familias de la oligarquía nacional. No obstante, la dureza de su régimen provocó que un movimiento cívico-militar le obligara a dimitir en junio de 1944, acabando así con las dictaduras militares que habían dominado el país durante un siglo. Un civil, Juan José Arévalo fue elegido presidente el mismo año. Logró acabar su mandato a pesar de veinte intentos de golpe y, en 1948, una contienda con Gran Bretaña sobre la frontera de la Honduras-Británica, futuro Belice. El coronel Jacobo Arbenz Gúzman, elegido en 1951, prosiguió la política progresista de su predecesor, en particular una reforma agraria que perjudicaba a un gran número de intereses norteamericanos (una parte de las tierras no cultivadas de la United Fruit debían regresar al Estado). Enseguida los Estados Unidos acusaron a Guzmán de simpatías comunistas, y su gobierno fue derrocado en 1954 por un ejército de exiliados políticos dirigidos por el coronel Carlos Castillo Armas, con la ayuda de la CIA. Este último fue nombrado, después elegido presidente, el mismo año. Después de su asesinato, en 1957, el general Ydígora Fuentes debió sucederle. En el transcurso de la década siguiente, el país entró en un período de problemas políticos cada vez más violentos que oponían a la guerrilla rural pro-revolucionaria (IAR, Movimiento del 13 de mayo), al poder represivo detentado de hecho por los militares, y a las milicias de extrema derecha (Nueva Organización Anticomunista, Mano Blanca) sostenidas por el ejército. Los asesinatos políticos pusieron fin a los mandatos del general Carlos Araña Osorio, elegido presidente en 1970, luego, después del año 1974, del general Kjell Laugerud García. En la misma época, el país fue víctima de un ciclón devastador (1974) y un violento terremoto (1976) que dejaron un millón de guatemaltecos sin techo. La violencia tuvo entonces un aumento considerable, que marcó la presidencia del general Romeo Lucas García (1978-1982). La guerra civil había dejado ya decenas de miles de víctimas. La victoria de los sandinistas en 1979 en Nicaragua exacerbó la guerilla, y la represión aumentó, tocando a los indios y diversos grupos de opositores (sindicalistas, universitarios, periodistas, etc.). En enero de 1980, 39 indios murieron en el incendio de la Embajada de España, que ellos ocupaban para reclamar una investigación sobre los crímenes cometidos contra su comunidad. Las "desapariciones" se volvieron una constante del terrorismo de estado. El 23 de marzo de 1982, dos semanas después de la elección del general Aníbal Guevara para la presidencia, un golpe de estado militar instaló en el poder una junta de tres hombres dirigida por el general Efraín Ríos Montt. Desde junio, éste asumió solo la presidencia. Habiendo rechazado los guerilleros su oferta de amnistía, las actividades anti-guerilla se extendieron a los campos, conduciendo a un verdadero genocidio contra los indígenas y los paisanos. Ríos Montt fue derrocado el 8 de agosto de 1983 por el general Oscar Mejía Victores. La elección presidencial de diciembre de 1985 fue ganada por el demócrata-cristiano Vinicio Cerezo Arévalo, sobrino del antiguo presidente José Arévalo, y primer presidente civil después de 23 años. El país conoció una nueva escalada de violencia e inseguridad en 1986 y 1987 (secuestros, asesinatos). En enero de 1996, el conservador Alvaro Arzu fue elegido para la presidencia del país. Arzu purgó el alto mando del ejército de los oficiales implicados en las exacciones cometidas contra la población civil y logró firmar el 29 de diciembre de 1996 un acuerdo de paz con la guerrilla de la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (UNRG). Poniendo fin a 36 años de una guerra civil que dejó más de cien mil muertos y cuarenta mil desaparecidos y obligando a más de cien mil personas a dejar el país, este acuerdo preveía la desmovilización de las fuerzas rebeldes, la reducción de los efectivos del ejército y el reconocimiento de los derechos económicos, políticos y culturales de la mayoría india. El Premio Nobel de la Paz 1992 había sido otorgado simbólicamente a Rigoberta Menchú, una joven india maya exiliada en México para escapar a la persecución. Rigoberta Menchú, en adelante portavoz de la causa de los indios, regresó a vivir en Guatemala, como lo han hecho cerca de 2500 personas desde 1993. Fuente: www.americas-fr.com/es/historia/guatemala.html, www.guatemala.250x.com/historia.htm |