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Se estima que Brasil cuenta con cerca de 172 millones de brasileños, lo que lo convierte en el sexto país en población después de China, India, Estados Unidos, Indonesia y Rusia. La densidad de población se calcula en 20,7 habitantes por km². Los brasileños se concentran en los estados del sureste, como Minas Gerais, Sao Paulo y Paraná. En concreto, la ciudad de São Paulo es una de las más pobladas del mundo con más de 9 millones de habitantes. Río de Janeiro tiene 5,5 millones, mientras que Brasilia, capital desde 1960, cuenta con cerca de 2.051.146 habitantes. La población brasilera es joven (el 62% son menores de 29 años). El portugués, enriquecido con vocablos procedentes de las lenguas indias y africanas, es el idioma oficial del país, pero cada región adopta sus propios acentos, dialectos y jerga coloquial. El pueblo brasileño desciende de una mezcolanza de razas (probablemente la mayor del mundo) fruto de un pasado histórico cuajado de colonizaciones e inmigraciones. Los nativos originarios, los colonizadores portugueses y los primeros esclavos africanos llegados a sus costas (en la mayoría provinientes de las actuales Nigeria, Benin y Angola), constituyen las bases raciales del país. Posteriormente, colonizadores franceses y holandeses, en el nordeste de Brasil, y masas de inmigrantes alemanes, italianos, poloneses y japoneses, ya en el siglo XX, engrosaron la mezcla poblacional. Los pueblos que más inmigran a Brasil son los alemanes, austríacos, húngaros, eslavos, españoles, italianos, japoneses, sirios, libaneses y suizos alemanes. Se calcula que hoy en día el 55% desciende de europeos, el 38% es mulato, y 6% descendiente de africanos. La base de la dieta brasileña es el arroz blanco, las judías negras y la harina de yuca, que se combinan con la ternera, el pollo o el pescado. Las especialidades culinarias del país son la moqueca, un estofado de marisco con aceite de palma y leche de coco; el caruru, una mezcla de verduras con gambas, cebolla y pimiento; y la feijoada, un estofado de judías y carne. En Bahía, se ven muchas mujeres vestidas de blanco que venden acarajé, judías trituradas, con sal y cebolla, y fritas en aceite de palma. Con esta masa, se hacen bolas que se rellenan de marisco, pasta de yuca, gambas secas, pimiento y salsa de tomate. Brasil es quizás el país en el cual el contraste entre riqueza y pobreza se manifiesta en el modo más dramático y evidente. Del total de la población, bien la mitad vive con menos de dos dólares al día. En Brasil sólo un exiguo porcentaje de la población tiene la posibilidad de seguir una formación profesional que le permita desarrollar después un trabajo calificado. La preocupación de los gobiernos brasileños ha siempre sido reducir las diferencias sociales pero hasta ahora sin ningún resultado positivo. MUSICA. Un abismo social separa los pocos ricos de los muchos, muchísimos pobres. Pero ricos y pobres que seano, con el carnaval todos dan el mejor de cada uno, por lo que se refiere a originalidad, energía y fantasía. Las fiestas pre-cuaresimales son celebradas en muchos países católicos y en muchas ciudades brasileñas, pero ninguna llega a la fastuosidad de la de Río. Para muchos, hablar de música brasileña implica únicamente bosanova y "La Chica de Ipanema", o tal vez nos evoque una vaga imagen de Carmen Miranda con un extravagante sombrero de frutas. La verdad es que la música de Brasil tiene mucha más diversidad, vitalidad e impacto alrededor del mundo que cualquier otro país latinoamericano; con la excepción, tal vez, de Cuba. Una de las cosas que hace tan buena a la música brasileña es que está basada en una increíblemente rica tradición cultural. Las raíces son básicamente las mismas que en el resto de América Latina: África, Europa e indígenas locales. Pero la influencia en este caso, y lo que distingue a Brasil del resto del continente, es que es portuguesa; y esa especial y fluida elegancia del idioma y la música son en gran parte lo que hacen a Brasil tan especial. En Brasil, la música es mucho más que entretenimiento, es la banda sonora de la vida. Es un ambiente constante de ritmo y melodía que enriquece y mantiene a la gente; en los buenos y en los malos tiempos. |