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Nacido en Santa Fe de Bogotá, Colombia, en el año 1833. Desempeñó un cargo diplomático representando al gobierno de Colombia en Washington, fue contratado por la editorial Aplpleton, de Nueva York, para llevar al castellano algunas de las nursery rhymes de la tradición oral anglosajona. De su experiencias nacen sus libros Cuentos pintados y Cuentos morales para niños formales en los que, más que traducir, crea y recrea historias en verso que sobresalen, dentro de la literatura infantil hispanoamericana del siglo XIX, de la forma que narra sus historias Pombo es no sólo el gran clásico de las letras colombianas para la niñez, sino uno de los grandes iniciadores de esta modalidad literaria en la región. Era ra un hombre de una cultura amplia y universal. Fue poeta romántico, escritor del amor y la naturaleza, pensador, traductor y fabulista. Entre los temas de sus poesías, se pueden señalar: el amor, la naturaleza, la desesperación y la soledad. Pero la mayor popularidad la alcanzó este autor en su país y en obras antológicas, en la literatura infantil, especialmente los textos contenidos en su libro Cuentos pintados y cuentos morales para niños formales (1854). Se pueden citar La hora de las tinieblas, Preludio de primavera; y para niños, cuentos rimados como Simón El Bobito, Doña Pánfaga, Renacuajo paseador, Cutufato y su gato, Pastorcita, La Pobre Viejecita, El niño y la mariposa. Su textos fueron reunidos de forma póstuma en Poesías (1916-1917) y Traducciones poéticas (1917). Logró recrear los recuerdos de la infancia en su país y muchos de los chicos recuerdan a Rin Rin, el renacuajo, los vestidos de la Pobre Viejecita y las colas de las ovejas de la Pastorcita. Era aficionado a la música y a las artes plásticas. Incansable lector los libros de su biblioteca estaban llenos de notas y observaciones. La unión entre lo culto y lo popular se refleja en muchas de sus poesías. Falleció en Santa Fe de Bogotá, en 1912. Beatriz Helena Robledo. |
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Érase una viejecita
Sin nadita que comer Sino carnes, frutas, dulces, Tortas, huevos, pan y pez. Bebía caldo, chocolate, Leche, vino, té y café, Y la pobre no encontraba Qué comer ni qué beber. Y esta vieja no tenía
Nunca tuvo en qué sentarse
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Y resorte al espaldar.
Ni otra cama que una grande Más dorada que un altar, Con colchón de blanda pluma, Mucha seda y mucho holán. Y esta pobre viejecita
Y esta pobre viejecita
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Descalcita por el suelo
Anduviera la infeliz. Apetito nunca tuvo
Y esta pobre viejecita
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