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(Rio de Janeiro, RJ, 1887-1976) Caricaturista, pintor, diseñador, ilustrador, grabador, muralista, escritor. Fue alumno, en Río de Janeiro, del pintor Gaspar Puga Garcia (1908). En 1916 se matriculó en la Facultad de Derecho, exponiendo en el mismo año en el Salón de los Humoristas en el atrio del Liceo de Artes e Oficios de R&icute;o de Janeiro. En 1917 realizó su primera exposición individual, pasando a frecuentar el atelier de George Fischer Elpons en 1918. Participó en la organización y realización de la Semana de Arte Moderna en 1922. Frecuentò la Academia Ranson, expuso en el hall del Teatro Municipal de San Paulo. Fue uno de los fundadores del Club de los Artistas Modernos en San Paulo, liderado por Flávio de Carvalho, Noemia Mourão Gomide y Carlos Prado (1929). Invitado por el arquiteto Augustino Alejandro Baldassini, ejecutó un papel para el teatro João Caetano en Río de Janeiro. En 1953, junto con Alfredo Volpi, conquistó el premio del mejor pintor nacional. Participó en 1960 a la II Bienal Internacional de México, conquistando el salón especial y Medalla de Oro. Realizó una muestra retrospectiva de sus trabajos, colaboró con diversas revistas y periódicos publicando caricaturas a los cargos políticos. Escribió su primer libro de memorias en 1955 "Viajes de mi Vida" y "Testamento de la Alborada". En 1964 publicó e ilustró el libro "Reminecencias Literarias de un Perfecto Carioca". El nombre de Di Cavalcanti está inevitablemente asociado a un hecho histórico y a un tema pictórico. El primero es la Semana de Arte Moderno, de la que fue el principal promotor, si no el autor de la propia idea. El segundo son las mulatas, que de hecho constituyeron el tema predilecto de su obra, caudalosa y elocuente. Pero Di Cavalcanti pintaba con la misma competencia jarrones de flores, paisajes, bodegones, pescadores, y escenas populares, samba y Carnaval. Por ello, por lo menos a un nivel más inmediato, Di Cavalcanti parece el más brasileño de los pintores brasileños. Aun así, su brasilidad pasa por el camino de la temática y se prende a un contenido narrativo; no es inherente al lenguaje, como el de Volpi, Tarsila y Rubem Valentim. Estilísticamente, Di Cavalcanti (que tenía grandes dotes y creaba con visible fluidez) no fue un mero continuador, pero tampoco intentó romper con los parámetros de la pintura figurativa de su época. Reflejaba y adaptaba a sus propias necesidades y a sus temas lo que pasaba en el arte internacional, que desde temprano conoció. En las obras más antiguas, como las que participaron en la "Semana", se siente la presencia del art nouveau y un cierto clima decadente de fin de siglo. Después, hay una ligera influencia del cubismo, que cada cierto tiempo reaparecía en el tratamiento de algunas formas. Más raramente, algunos cuadros tienen que ver con la pintura de los muralistas mexicanos (con los que compartirá también su posicionamiento político izquierdista). Pero su estilo por excelencia se asemeja a la pintura de Picasso. A veces, al Picasso inventor de las imágenes de doble rostro, al mismo tiempo de frente y de perfil; y con frecuencia, el Picasso de la época neoclásica, surgida en la segunda mitad de la década de los veinte, es reflejado por Di Cavalcanti en aquéllas de sus obras primas de las más indiscutibles, como O Nascimento de Vênus. En suma, Di Cavalcanti fue un gran romántico, un bohemio, un poeta y un brillante cronista de su tiempo y de su patria. Fuente:www.mre.gov.br/cdBrasil/itamaraty/web/espanhol/artecult/artespla/artistas/ ecavalc/index.htm |