Uno de los artistas más
representativos de la llamada generación crítica en Panamá es Alfredo Sinclair
Ballesteros, coetáneo con Juan Manuel Cedeño, quien por su actividad plástica
corresponde a un grupo de entusiastas empeñados en introducir nuevas técnicas y
concepciones en la pintura panameña, en un esfuerzo por lograr su actualización
con las nuevas corrientes dominantes en Europa y el resto de América.
Nace
Sinclair el 8 diciembre de 1915, pero su ingreso al mundo del arte no ocurre
sino hasta 1941 cuando inicia estudios en la Escuela de Bellas Artes bajo la
orientación de Humberto Ivaldi y Roberto Lewis. Posteriormente, en 1946 viaja a
Argentina en donde realiza estudios en la Academia Ernesto de Cárcova y otros
centros de arte. Argentina es en esa época la sede de la pintura abstracta en
América Latina. Innovadores por excelencia, los artistas argentinos se empeñan
en renovar las corrientes abstractas europeas y darle, por otra parte, una nueva
visión al arte figurativo, contrariamente con lo que acontece en México con la
secuela dejada por el muralismo, donde predomina una versión del
neofigurativismo con un profundo contenido social. No es de extrañar que
Sinclair recurra a estas tendencias que van a marcar un hito en la pintura
panameña, con ese criterio participa y gana en el Concurso Ricardo Miró en 1953
con la obra "Matto Grosso" de clara influencia del "action paint" de Jackson
Pollock.
Preocupado por la
iluminación, su obra se caracteriza por el uso de una fuerza lumínica que se
abre paso para establecer los puntos focales que delimitan el espacio y hacen
resaltar los volúmenes. Apasionado por el color, Sinclair hace gala de un
dominio extraordinario del claroscuro sobre las superficies segmentadas por las
manchas cromáticas, lo que proporciona un efecto metálico sobre las superficies.
Los chorros de luz que iluminan desde el fondo sus trabajos de abstracción y con
los cuales hace saltar la imagen hacia el espectador, se presentan medidas y
domesticadas en el texto figurativo, proporcionando una incursión mesurada en el
contexto de la imagen. Color e iluminación es la preocupación de Sinclair, y es
con estos elementos que se aventura a conquistar la escena de la plástica
nacional. Contrario a los designios academicistas que habían hecho sentir su
influencia durante casi medio siglo, introduce el uso de elementos y materiales
sintéticos para incorporarlos a las masas que en forma de "collage" organiza
sobre el lienzo.
Si la maestría en el uso de la luz y el color han distinguido su obra, no
menos importante han sido los procedimientos que le dan a la textura un especial
acabado vítreo. Esas superficies cristalinas que difuminan la luminosidad
interna del cuadro, en el presente trabajo configuran paneles de intenso
colorido que le proporciona al lienzo esa sugerente disposición de los vitrales
renacentistas, lo que hace de su trabajo una rica carga expresiva de lirismo y
emoción.
Fuente:
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plasticaimg/pintura_panama/02.%2520Alfredo%2520Sinclair_2.jpg&imgrefurl
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