Un dovere morale Una lotta costante
Mondo Latino

FERNANDO BOTERO

Uomo a cavallo, 1992Nacido en Medellín en 1932 Botero inicia su actividad como ilustrador para el principal editor local, recibiendo al mismo tiempo el influjo de la escuela moralística mexicana.

Uccello, 1985Transferido en Bogotá entra en contacto con la vanguardia cultural colombiana pero siente temprano la exigencia de viajar a Europa a la búsqueda de sólidas referencias culturales y de la prestigiosa tradición artística que por siglos el viejo contiente ha encarnado en la praxis del "Gran Tour": va, entonces, a Madrid, después a París y finalmente a Florencia.

En 1955 cuando se casa con Gloria Zea vuelve a la patria y expone en diversas galerías: es en estos años que explora por primera vez la posibilidad de expandir y dilatar el volumen de las formas.

Desde la juventud su originalidad se manifestó con una maestría inexplicable, que se tradujo en confianza en sí mismo cuando en 1958, en México, pintando un mandolino encontró el profundo sentido de la propia expresión. En ese año nace su hija Lina y es nombrado profesor de pointura en la Academia de Arte de Bogotá.

Donna a riposo, 1984En 1960, entre febrero y abril, Botero se dedica, gracias al Banco Central Hipotecario de Medellín a su único grande mural. Con las primeras muestras alistadas en los Estados Unidos, Botero recibe amplio consenso de público y de crítica y en 1960, año de nacimiento de su hijo Juan Carlos, se transfiere a New York. Botero y su mujer Gloria Zea se separan.

Ratto d'Europa, 1994El estilo plástico de sus figuras se vuelve preponderante e inconfundible, en telas de colores tenues y delicados connotados por atmósferas suspendidas y enrarecidas.

En 1973 deja New York por París: en este período nacen sus primas esculturas, transposiciones naturales y sede ideal de la investigación sobre los volúmenes de lo scuerpos que ya se había vuelto el fulcro de su actividad pictórica.

En los años Ochenta y Noventa los más importantes museos del mundo le dedican amplias antologías, consagrándolo como uno de los exponentes más admirados del arte del siglo XX. Hoy somos testimonios del valor de su aporte estético. Vemos al maestro desarrollar continuamente sus ideas personas y buscar propuestas técnicas que ofrecen continuamente una posiblidad nueva y diversa para afrontar su particular mundo.

En 1992 exponen sus enormes esculturas en los Champs-Elysées parisinos y la serie La corrida en el Grand Palais y en 1994 realiza un gran exposición de esculturas monumentales en los espacios públicos de las principales ciudades europeas y en Chicago. Desde ese entonces es frecuente ver en cualquier gran ciudad del mundo sus esculturas expuestas con gran admiración de los visitantes.